En el ámbito de las empresas familiares, es común que los líderes se enfoquen en el propósito como una visión a largo plazo, un objetivo abstracto que, aunque inspirador, a veces se siente lejano. Sin embargo, en un entorno cada vez más competitivo y cambiante, es vital replantear el concepto del propósito y enfocarlo como un resultado tangible que guía las decisiones cotidianas y define el éxito presente y futuro de la empresa.
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El Propósito: Un Resultado, No Solo Una Visión
Cuando el propósito de una empresa se concibe como un resultado, se convierte en una brújula estratégica para todas las áreas de la organización. Ya no se trata solo de lo que esperamos lograr a largo plazo, sino de cómo las acciones diarias están alineadas con ese propósito, permitiendo que se materialice de manera constante.