En todos los idiomas hay una forma de decirlo: “hacer las cosas a medias”. Lo que sería nuestro “Peicha Pechante” en nuestro rico guaraní. Una mentalidad que se infiltra en organizaciones, generando resultados mediocres. Las empresas que destacan lo saben bien: la performance no es opcional, es la base de su cultura. No se trata solo de cumplir, sino de superar expectativas, aprender rápido y ejecutar con precisión.


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Alta performance o mediocridad: no hay punto medio
La performance no solo define el éxito de una empresa, sino también el desarrollo personal. Quien se exige y busca mejorar amplía su impacto y mejora su vida. La mediocridad, en cambio, limita el aprendizaje, reduce oportunidades y lleva a la frustración. El nivel de performance que alguien elige es un reflejo de su visión de futuro.