Jorge Bernardo Grimm, un hijo de inmigrantes alemanes, oriundo de Altos y con 32 años de edad, se estableció en San Bernardino hace más de medio siglo con su esposa Irene y empezó a producir bollos que, enseguida, ganaron la aceptación de los consumidores, gracias a su sabor, escondido en los ingredientes secretos de la receta que heredó de su padre panadero Bernhard.
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