EE.UU. decidió apurar la renovación de su arsenal nuclear desplegado en Alemania, Italia, Bélgica, Países Bajos y Turquía, cambiando sus bombas tácticas B-62 fabricadas en los años ’60 por versiones más nuevas capaces frenar con eficacia las reiteradas amenazas atómicas propaladas por Rusia. Estos juegos de guerra contribuyen muy poco a tranquilizar a una Europa que se ve a sí misma, cada vez con mayor realismo, convertida en un potencial campo de batalla termonuclear.
Editorial
Por ahora, todos ajustando cinturones
Las economías centrales están lejos de pasar las turbulencias dejadas por la pandemia y agravadas por la guerra de Ucrania y sus derivaciones.