Además, el evento iba a generar interés en el público de las cercanías, en especial de Argentina, Brasil, Bolivia y otros países con participación en las disciplinas olímpicas. ¿Centro de actividades? Asunción y Encarnación. ¿Qué hicieron los munícipes asuncenos desde entonces? Nada relevante, salvo intentar vestirse con los efectos de un acontecimiento frente al cual sólo han demostrado inoperancia e indiferencia. El esfuerzo preparatorio principal, además de la sede misma del evento y sus jornadas competitivas, radica en la hotelería, los restaurantes, los centros comerciales y las diversas actividades culturales y artísticas que suceden hacia este época del año, todo como parte del esfuerzo netamente privado.
Quien concurre desde el extranjero a un evento determinado generalmente extiende su interés hacia la propia sede disfrutando de lo que comúnmente se denomina “color local”, es decir, recorrer la ciudad. En Rio de Janeiro sería la maravillosa Copacabana, en Montevideo sus playas en pleno centro, en Buenos Aires sus teatros y museos. ¿Y en Asunción? Atractivos abundan… si no estuvieran opacados por un centro en ruinas, campamentos de refugiados, plazas destruidas y calles intransitables.
Encarnación, como subsede de los juegos, salvará en gran parte la imagen país mostrando una ciudad llena de atractivos, ordenada, bien iluminada, limpia y con una deslumbrante costanera.