Para superar su impericia operativa en un negocio que evidentemente supera a su oxidado organigrama procedente del siglo pasado, la empresa intenta ahora arrendar su espectro en el mercado celular, en lo relativo a conectividad entre operadoras, a una empresa norteamericana denominada Rivada Networks. El sindicato de la entidad, tal vez con alguna razón, levantó la bandera de alerta alegando que lo que COPACO quiere enajenar no está legislado. Pero en el fondo, el temor de los 3.490 empleados del ente es siempre el mismo, que la empresa se liquide vía privatización y terminen todos en la calle, forzados a una recontratación sin reconocimiento de antigüedad o con larguísimos y complicados procesos de indemnización como ocurriera con Líneas Aéreas Paraguayas, ACEPAR, etc.
Editorial
En el tobogán de la decadencia
¿Qué sentido tiene seguir manteniendo una empresa pública que en vano intenta lucir su astroso ropaje de sociedad anónima? Nos referimos a COPACO, que mutó de la antigua Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTELCO) al híbrido transgénero de hoy que apenas puede con su ruinosa red de telefonía fija y que ha intentado una y otra vez, sin éxito, dar un mordisco significativo al mercado de la telefonía móvil.