¿Cuál sería tu reacción si un amigo te dice que desea estudiar filosofía? La respuesta que afloraría de forma instantánea sería que se trata de una pérdida de tiempo, que la filosofía está en desuso, prácticamente obsoleta, que el mundo empresarial en que vivimos se rige exclusivamente por la practicidad, y que la competitividad desenfrenada obliga a que la acción rija la gestión. Ahora bien, existe una anécdota reciente que pone patas para arriba esta interpretación. La misma está protagonizada por nada más y nada menos que Elon Musk, quien para resolver un problema estratégico empresarial, rescató un método filosófico del pensamiento de más de 2.300 años, proveniente de la Grecia antigua, conocido como: Pensamiento de Primer Principio.
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Musk y el Pensamiento de Primer Principio
Con el pensamiento de primer principio nacía la empresa SpaceX, reduciendo el precio del lanzamiento de un cohete en casi 10 veces sin dejar de obtener ganancias.