Viajar en avión largas distancias suele tener una consecuencia difícil de evitar: el jet lag o el desfase horario que ocurre cuando se viaja muy rápido a otra zona horaria, sobre todo cuando hay una diferencia mínima de dos tres franjas horarias, y que suele durar entre dos y seis días. Sin embargo, existen formas de reducir sus efectos.
El sueño-vigilia es el más común, aunque el jet lag también puede provocar malestar general o estomacal, irritabilidad, falta de concentración y fatiga diurna que se podría alargar más de una semana, afirma el portal de National Geo¬graphic.
Tener presente cuál es el cronotipo de cada uno (diurno o nocturno), en qué zona horaria se está, hacia dónde se viaja y a qué hora es el vuelo es clave para sobrellevar de la mejor forma posible el también conocido como síndrome transoceánico.