¿Cómo inició su camino para convertirse en CEO?
Me tocó la parte más difícil. Quedé viuda a los 30 años con dos hijas, una de 11 años y otra de 4 años. Con la ayuda de un sacerdote, quien fue mi mentor espiritual, me orientó sobre los dos caminos que podía tomar: el de la vida fácil o bien seguir educándote y trabajar. Con él aprendí y es mi lema favorito: “La vida es como una moneda, tiene dos caras, una de cal y una de arena”. También mi mentora fue mi abuela, ella me enseñó muchísimo con sus consejos. Después de hacer mi duelo, decidí continuar capacitándome y trabajar. Mi prioridad número uno eran mis hijas y mi preocupación era si iba a tener para cubrir todos sus requerimientos, pero sostenida de la mano de Dios y de María hoy me ven aquí. Hace 33 años que enseño y estoy en este cargo hace ocho, siempre en el sector privado. La vida es trabajar duro, parejo, levantarse temprano, en mi caso a las 5:00 para ir a nadar. Trabajo un promedio de 14 horas, me gusta trabajar, es mi pasión, luego me voy a enseñar o a hacer pilates. El que dice que no tiene tiempo es porque no tiene voluntad, uno se hace de tiempo para todo.
¿Qué aspectos primaron en este camino?