Decíamos ayer (E.I.) que hay un ministerio que gasta más dinero en pagar a sus funcionarios que en ayudar a la gente. Es una oficina que entra en la categoría que los filósofos de la antigua Grecia llamaban entelecheia, el modo de existencia de un ser o de una cosa que tiene en sí misma el principio de su acción y su fin. El sector público paraguayo está lleno de ese tipo de organismos. Las municipalidades, con Asunción a la cabeza, son un ejemplo de entelecheia (o entelequia) pura y dura. Es habitual que el municipio capitalino gestione créditos en la banca comercial o pública para pagar sueldos, el tipo de gasto más corrosivo que pueda imaginarse. El Ministerio de Desarrollo Social, entelequia por excelencia, gastó hasta julio pasado unos Gs. 5.000 millones en programas y Gs. 5.150 millones en salarios, viáticos, bonificación por responsabilidad, gratificación por servicios especiales, subsidios familiares para (sic) comida, educación, nacimientos y defunciones. También sigue dilapidando en subsidios a pescadores en veda mientras gestiona otro item bastante curioso, el de “regularizar territorios sociales” dedicados a viviendas. ¿Y el Ministerio de Vivienda para qué está? ¿Y la Dirección de Registros Públicos no tiene acaso la misión de administrar tierras fiscales para viviendas sociales? ¿El INE no tiene cuadriculada la población por edad, desagregando las familias sin vivienda por nivel de ingreso, etc.? ¿Era necesario hornear una nueva camada de burócratas que este año se va a gastar Gs. 512.000 millones en acciones que podrían repartirse entre oficinas ya existentes?