El Intendente municipal de Asunción está preocupado por unas amenazantes inundaciones de Asunción producto de las perturbaciones que se supone producirá El Niño entre lo que queda de 2023 y el 2024.
Alabado sea el Altísimo, el Lord Mayor piensa más allá de mañana y ve una ciudad inundada por una potencial crecida del rio Paraguay. Pero por el momento, el epónimo está tranquilo, con sus 2,26 metros frente a Asunción y muy lejos de los 9,01 metros registrados en mayo de 1983, cuando también Pilar y Alberdi sufrieron la peor arremetida de su historia. Mientras tanto, los barrios bajos de la capital se llenaban de agua y los parques, plazas y paseos, de damnificados a duras penas contenidos por los programas de emergencia nacional.
Es importante que el intendente lo entienda: las inundaciones generan un negocio manejado por ciertos legisladores eternizados en su curul y que “saben” qué hacer con el efecto de cada desborde del río Paraguay. Por ejemplo, la lucrativa reubicación de damnificados, con el consiguiente abastecimiento de chapas, hule, comida, etc. Detrás de cada operativo viene la promesa de reubicación en sitios altos y secos que le garanticen una mejor calidad de vida… si se apoya a fulano o mengano en las elecciones municipales que se harán en noviembre del 2026. Sí, pasado mañana.