Es lo que ocurre con cierta historia cinematográfica cuyos productores decidieron que Paraguay podía ofrecer un poco de combustible para generar titulitos escandalosos. Así, la pulposa y curvilínea JLO (yeiló), Jennifer López, tuvo que recitar un parrafito injertado en el libreto que se refiere a la deforestación en un país que el 99,5% de sus fans ni sabe que existe. Nada nuevo, literatura de ocasión proporcionada por alguna oenegé ambientalista cuya existencia depende de cuan virulentas sean las menciones sobre la quema de bosques y su reemplazo por la dañina soja que, como todos sabemos, está matando al Paraguay. La película narra la historia de una asesina profesional que deja la clandestinidad para salvar a su hija —a quien nunca conoció— de las garras de criminales sedientos de venganza (Portal oficial Netflix).
Qué corno tiene que ver la soja y la deforestación con un thriller de semejante tonelaje es difícil de imaginar. Debe ser la primera vez que un sicario que vive de matar gente muestra, en sus ratos libres, tamaña conciencia ecologista y ambiental. Pero, vaya uno a saber, siempre hay una primera vez hasta para lo más absurdo.