Pese a la naturaleza absoluta de su reinado, las tareas diarias de Arturo no eran demasiado pesadas, según imagina el escritor, periodista, tipógrafo, minero y piloto del Misisipi. Su rutina era tan lineal que la circular de la corte confeccionada por el paje real decía: “Lunes: el rey cabalgó por el parque”. Los demás días de la semana eran rellenados con comillas.
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Tan británico
En su novela zumbona “Un yanqui en la corte del rey Arturo”, Mark Twain recrea mágicamente la vida en el Camelot del siglo VI en que se supone se movió el mítico monarca y su legión de caballeros de la mesa redonda.