Tengo una idea. Es la historia del futuro. La historia del Paraguay es la historia de batallas siendo perdidas. A veces delante de imperios externos, como Argentina y Brasil. Otras veces, delante de impedimentos autoinfligidos, como el déficit infraestructural del país al cual hice referencia hace dos semanas. Toda derrota paraguaya, sea de la selección nacional, militar o económica, siempre ha sido justificada por la grandeza y la fortaleza de los imperios contra los cuales nos hemos enfrentado. Por ejemplo, cuando la guerra contra la triple alianza liderada por el Brasil, que precisamente tiene elecciones en octubre. Fue cuando quedamos aniquilados. No obstante, les recuerdo, con casi 90% de intención de votos polarizados en dos candidatos, ambos acusados de corrupción, el Brasil es hoy en día una democracia debilitada. Es por eso por lo que, digo yo, a un imperio como el Brasil no se lo mide por la magnitud de su grandeza material. A un imperio se lo mide por la profundidad de sus raíces morales. Ojo. No es la abundancia de su PIB de más de 1,7 billones de dólares, ni la enormidad de sus 8,5 millones de kilómetros cuadrados, ni la multitud de sus 220 millones de habitantes.
Cuando veo a los turistas sacando fotos en Moscú mi mente se traslada a Roma visitando las ruinas del Coliseo. Es la misma cosa. Dos imperios que se han derrumbado. El de los zares y el de los césares. Cuando vemos las tasas de desindustrialización del Brasil y del Argentina podemos decir que son países que cayeron en la ruina. El gigante del este no creció desde el 2010 al 2019. Diez años perdidos. El Brasil creció ininterrumpidamente durante 50 años desde 1930 hacia los 1980s y el Argentina hoy se desdibuja luego de haber sido el país más industrial y desarrollado de la América del Sur alrededor de la mitad del siglo pasado. En el siglo 21 son naciones en decadencia.
A veces pienso que el Paraguay podría hoy vencer - compensando el atraso en educación y desarrollo humano – lo que nos dejó la guerra de la triple alianza - ante dos imperios en declinio moral, económico, social y geopolítico. Pero no. Hemos sido cooptados por el PCC del Brasil y nos seduce el chanterìo rioplatense. Argentina y Brasil corruptos y desindustrializados no tienen raíces morales profundas, están con raíces superficiales. Y Paraguay acompañando.