Trata de la invasión de unos marcianos que reemplazan poco a poco a cada uno de los seres reales creando una copia de ellos y haciéndoles desaparecer. La copia marciana se atiene a la norma, todos los seres deben ser normales, neutros, predecibles y, por su puesto, nada humanos. Los pocos que logran escapar a esta posesión, hasta ser una minoría, para no ser reconocidos, deben ocultar sus emociones y caminar como autómatas, de acuerdo con las normas de cómo se debe andar. Si alguien era sospechoso de albergar cualquier emoción humana era señalado con el dedo como hace el acongojante Donald Sutherland en la foto. Algo así canta también en La Mauvaisse Réputation George Brassens: “Todos me señalan con el dedo, salvo los mancos, es natural”.
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Las excepciones nos hacen excepcionales, las normas normales.
Si has reconocido la imagen del artículo seguramente hayas sentido cierto escalofrío por la espalda y recuerdos de ver la peli en casa, de pequeño, aunque tuviera dos rombos. Se trata del final de La invasión de los ultracuerpos.