Un día, la pata no pudo contener su curiosidad y le preguntó a Clodomira, que así se llamaba la gallina:
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La publicidad de Clodomira
En una pequeña granja de la zona de Paraguarí, la gallina y la pata vivían en convivencia tranquila. Ambas ponían huevos con regularidad, pero había una diferencia evidente: mientras los huevos de la gallina eran los favoritos de don Romualdo, que era el dueño de la finca, los de la pata quedaban relegados, casi olvidados en un rincón.