El último estudio del World Economic Forum (WEF) sobre el futuro del trabajo para el periodo 2023 al 2027 enciende la señal de alerta. Se calcula que el 2 % de los empleos se perderían a nivel mundial, con un mayor efecto en países con ingresos bajos y medio-bajos. El Perú, Paraguay y otros en América Latina, considerados como países de ingresos medio-alto, no escapan a esta tendencia, pero no hay razones para alarmarnos, si pensamos que el impacto laboral será en el empleo tradicional y de poca formación técnica o profesional.
Tendencias mundiales, como la adaptación al cambio climático, el cumplimiento de objetivos ESG (environmental, social and governance) y, sobre todo, el impacto de las nuevas tecnologías y de la inteligencia artificial, tendrán, sin duda, un impacto negativo inicial sobre el empleo, pero también pueden ser la gran oportunidad para crear nuevas profesiones con un mayor valor agregado.
La premisa para adaptarnos de manera eficiente es: si el mundo y el mercado laboral siguen cambiando de manera cada vez más acelerada; entonces, la educación debe cambiar y seguir la evolución de los nuevos requerimientos. En ese sentido, el gran reto de nuestras universidades es seguir adecuándose a los procesos de transformación digital, modernizar constantemente los planes curriculares y el perfil de formación de los estudiantes.