El Abogado en su rol de profesional del derecho es libre de sustentar la defensa de su cliente con leyes injustas, pero debe saber que es un comportamiento éticamente incorrecto, aunque fuera legal.
La misión sagrada del abogado es procurar la justicia más allá que el derecho, y para ello debe oponerse primero como ciudadano y luego como profesional a las leyes injustas por medios lícitos con el fin de derogarlas, llegando incluso a propugnar su incumplimiento cuando el sistema se lo impida, ya que una ley desnaturalizada en justicia no puede ser considerada nunca una norma de derecho.
El Abogado es un profesional cuya misión fundamental es la de defender los derechos de sus clientes ante los organismos jurisdiccionales del estado. En ese sentido su función es la de ser un auxiliar de la justicia que busca persuadir con argumentos sólidos y legales a un juez que aplicará el derecho para resolver un conflicto de intereses.
Sí el derecho consiste en un conjunto de normas jurídicas que regulan la conducta social del hombre a través del cumplimiento de las leyes cabría plantearnos la siguiente pregunta: ¿Es lícito incumplir una ley cuando ésta es injusta?
Para responder a esta pregunta primeramente se debe conceptualizar lo que es ley y lo que es justicia.
La ley es una norma impuesta de manera obligatoria y de alcance general por el estado a sus ciudadanos. Existen otras normativas que parten de instituciones descentralizadas con personería jurídica que pueden crear leyes como los municipios, pero el alcance de las mismas es limitado.
La justicia, en principio, es una virtud humana fundamentada en valores como la igualdad, la equidad, y la libertad que consiste en cumplir y respetar el derecho de las personas sin perjudicar a otros. También puede ser concebida desde el punto de vista jurisdiccional en función al servicio que presta el estado a través de sus juzgados para aplicar el derecho y garantizar la convivencia armónica de sus ciudadanos.
Ahora bien, qué ocurriría si el Estado, los Municipios, o cualquier otro ente con facultad legislativa sancionaran una ley que se apartara del bien común. Entonces estaríamos en presencia de lo que llamamos una ley injusta.
Thoreau afirmaba en su libro Desobediencia Civil: ´´ Existen leyes injustas. ¿Debemos contentarnos con obedecerlas, o debemos esforzarnos por enmendarlas y obedecerlas hasta haberlo hecho, o debemos transgredirlas de inmediato?” Y respondió con su principio de desobediencia civil: “Si la injusticia es parte de la fricción necesaria de la máquina del gobierno, déjala ir, déjala ir: quizá se desgaste, ciertamente la máquina se desgastará (...). Pero si es de naturaleza tal que requiere que tú seas el agente de la injusticia hacia otro, entonces digo, rompe la ley. Deja que tu vida sea una fricción en contra de la máquina. Lo que yo debo hacer, en todo caso, es velar por que yo no me preste para la injusticia que condeno”.
La misión sagrada del abogado es procurar la justicia más allá que el derecho, y para ello debe oponerse primero como ciudadano y luego como profesional a las leyes injustas por medios lícitos con el fin de derogarlas, llegando incluso a propugnar su incumplimiento cuando el sistema se lo impida, ya que una ley desnaturalizada en justicia no puede ser considerada nunca una norma de derecho