Por: Daniel Escauriza, Gerente País – Paraguay, AIC Economía y Finanzas

Según datos del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) y el Banco Mundial (2022), Paraguay cuenta con más de 9.500 escuelas públicas. Aproximadamente el 37% de las escuelas rurales y el 33% de las urbanas no tienen acceso garantizado a agua potable. Solo el 11% de las escuelas urbanas y menos del 1% de las rurales cumplen condiciones mínimas de infraestructura. Además, solo el 18% de las escuelas públicas cuenta con infraestructura digital conectada a internet de calidad suficiente para uso educativo (Banco Mundial, 2023).

Más de 3.000 escuelas públicas tienen menos de 50 alumnos, muchas con menos de 20 (MEC, 2024). Esto dificulta sostener condiciones mínimas de calidad, especialmente en zonas con mayores niveles de pobreza, donde se combinan precariedad edilicia, baja dotación docente y dificultades de acceso.

Una propuesta es reorganizar el mapa escolar: concentrar recursos en centros bien equipados, con instalaciones adecuadas y personal suficiente, y garantizar transporte escolar público para el acceso diario de niños, adolescentes y educadores.

Lejos de reducir la inversión, este enfoque permite usarla mejor. Concentrar la matrícula en espacios comunes permitirá la mejora de los procesos de capacitación docente, fomentar el trabajo colaborativo y facilitar el acceso a bibliotecas, laboratorios y espacios especializados.

Consolidar recursos en escuelas completas, con más docentes por institución y sin aulas multigrado, permitirá un entorno de enseñanza más efectivo. Para eso es clave contar con un sistema de transporte escolar público regular y gratuito, especialmente en zonas rurales y periurbanas.

Ante este panorama, una estrategia articulada puede estructurarse en tres ejes:

Planificación territorial basada en datos.

El Estado necesita contar con un catastro actualizado y georreferenciado: escuelas, matrícula, estado edilicio, servicios disponibles y rutas de acceso. Esta información debe orientar decisiones sobre dónde ampliar, fusionar o redimensionar centros educativos.

Transporte escolar como política estructural.

Volver este servicio gratuito, confiable y regular es tan importante como garantizar aulas dignas. El transporte debe planificarse en torno a la ubicación de los centros educativos y las comunidades.

Infraestructura integral y funcional.

Las escuelas que concentren estudiantes deben contar con aulas iluminadas y ventiladas, conectividad, espacios recreativos, comedores, baños en condiciones, seguridad estructural y equipamiento adecuado. A esto se deben sumar igualmente instalaciones deportivas que incentiven la práctica de distintas disciplinas.

Las experiencias regionales muestran que es posible. En Brasil, Caminho da Escola (2007–2012) financió transporte adaptado a caminos rurales, cubriendo el 78% de los municipios con USD 200 millones, con impactos positivos en cobertura y permanencia. En Entre Ríos (Argentina), 190 rutas recorren 37.000 km diarios, conectando a 11.000 alumnos con centros más completos, con una inversión anual de USD 10 millones.

Uruguay también ofrece una lección importante. A través de contratos de participación público-privada (PPP), impulsó la construcción y mantenimiento de más de 140 centros educativos. El modelo permite que los educadores se concentren en enseñar, el ministerio en planificar, y el privado en asegurar que la infraestructura funcione. Un esquema que permite al rector de la educación enfocarse en la gestión pedagógica, delegando la infraestructura a actores especializados.

Estos modelos refuerzan una idea clave: el desarrollo de centros educativos regionales no implica alejar la escuela de las comunidades, sino acercar a los estudiantes a espacios educativos de mayor calidad.

Invertir en centros con edificios equipados, docentes suficientes y oportunidades deportivas puede transformar la calidad educativa. Paraguay se ubicó entre los últimos puestos en PISA 2022 (posición 72 de 81 en matemáticas, 69 en lectura y 71 en ciencias, OCDE). La educación de calidad es el camino para formar ciudadanos con más herramientas, reducir brechas estructurales y ampliar las oportunidades de desarrollo.

La calidad educativa también depende de las condiciones físicas del entorno escolar. Una red bien diseñada, con transporte garantizado y servicios adecuados, es parte esencial de cualquier estrategia nacional para mejorar la educación.

Invertir con criterio y repensar la escala son decisiones urgentes. Pero para que esta transformación se sostenga, se necesita más que diagnósticos y voluntad técnica: hace falta un gran acuerdo político que comprometa a todos los actores. Solo así podremos cambiar de verdad la historia de la educación pública en Paraguay.

Inversión, escala y conectividad: claves para transformar la educación

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