Ambos empresarios se conocían de vista, pero nunca habían conversado. Con el local lleno, solo quedaba una mesa libre y decidieron compartirla.

- “Nada como un buen café para empezar el día”, dijo Miguel, mientras tomaba su taza recién servida.

Andrés asintió.

- “Eso seguro. Aunque, si soy honesto, a veces siento que este café es lo único que me mantiene en pie con tanto estrés de la empresa”, señaló.

Miguel sonrió, revolviendo el azúcar.

- “¿Conocés la anécdota de la taza de café?”, preguntó.

Andrés negó con la cabeza.

- “Escuchá —dijo Miguel inclinándose hacia adelante—. Imaginate que vas caminando con tu taza de café y, de repente, alguien te empuja. El café se derrama por todas partes. ¿Por qué se derramó?”, inquirió.

- - “Porque me empujaron, claro”, respondió Andrés con rapidez.
- “No —corrigió Miguel—. Derramaste café porque eso era lo que llevabas dentro de la taza. Si hubieras llevado té, habrías derramado té.”

Andrés lo miró con curiosidad, empezando a entender la idea.

- “Así es la vida —continuó Miguel—. Cuando la vida te empuja, lo que salga de vos no depende del empujón, sino de lo que llevás dentro. Si tenés enojo, saldrá enojo. Si llevás paz, saldrá paz. Si llevás amargura, saldrá amargura. Pero si llevás amor, eso será lo que se derrame.

Un silencio breve llenó la mesa mientras ambos sorbían de sus tazas.

- “Es como cuando en la empresa estamos bajo presión —reflexionó Andrés—. A veces respondo con gritos o malas decisiones… y le echo la culpa al problema, cuando en realidad es lo que yo traía por dentro”.

- “Exacto —afirmó Miguel—. Lo que aparentamos cuando todo está tranquilo no dice mucho. La verdadera prueba llega cuando la vida nos sacude. Ahí no hay máscaras: lo que realmente somos se derrama para que todos lo vean”.

Andrés sonrió, algo pensativo.

- “Supongo que necesito cambiar lo que llevo en mi taza”, dijo, levantando la suya.
Miguel levantó la suya también y brindaron en silencio, mientras la lluvia golpeaba suavemente los ventanales del café.

LA VIDA SIEMPRE SACUDE
En los negocios y en la vida todos seremos empujados alguna vez: una crisis, un conflicto, una pérdida o un desafío inesperado. Y cuando eso ocurra, no saldrá lo que deseamos aparentar, sino lo que verdaderamente llevamos dentro.

Por eso, más importante que controlar lo externo es cuidar lo interno. Alimentar nuestra taza con serenidad, empatía y amor, en lugar de enojo, miedo o resentimiento. Solo así podremos responder con claridad y liderazgo cuando la presión aparezca.

LA IMPORTANCIA DEL CONTENIDO
Recordemos que, al final del día, las personas nos recordarán no por lo que dijimos cuando todo estaba en calma, sino por lo que dejamos derramar cuando la vida nos sacudió. La vida no empuja… revela, y siempre es tiempo de llenar nuestra taza con lo mejor de nosotros mismos.

La próxima vez que la vida nos empuje, y con alta seguridad que así lamentablemente será, habría que preguntarnos: ¿Qué vamos a derramar? Recordemos que, al final, como dice la anécdota, la vida no empuja… revela.

La lección del café

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