El Día de la Amistad, celebrado cada 30 de julio, tiene su origen en Paraguay gracias a la iniciativa del Dr. Ramón Artemio Bracho, quien en 1958 propuso un "ideal de amistad universal" fundando la Cruzada Mundial de la Amistad. Bracho promovía una visión de la amistad basada en la solidaridad, el respeto mutuo, la cooperación y la ética, valores humanos que generan cohesión social.

El concepto de amistad desde la visión del Dr. Bracho y vincularlo con los valores que sustentan una economía positiva y sostenible es una propuesta tan original como necesaria, sobre todo en un mundo donde la economía muchas veces se analiza solo desde cifras, crecimiento material o resultados financieros.

Esto, por sí solo, ya establece un puente natural con la economía. Ningún sistema económico funciona plenamente si no está construido sobre bases de confianza, reciprocidad y redes de cooperación. La economía no es solo leyes de oferta y demanda o balances financieros; es esencialmente una ciencia humana, donde las relaciones personales y colectivas definen la eficiencia, la resiliencia y la sostenibilidad del crecimiento.

La pregunta que hoy podemos hacernos es ¿Qué puede aportar la amistad a la economía de un país?. Primeramente confianza. En los mercados, la confianza es fundamental. Si hay confianza entre empleados, empresarios, consumidores y gobiernos, se reducen los costos de transacción, se optimizan los acuerdos comerciales y crece la inversión. La amistad fomenta entornos confiables y transparentes, un país con altos niveles de confianza tiene condiciones más propicias para el desarrollo económico.

Luego podemos sumar el concepto de capital social, la ética y responsabilidad social. No podemos olvidar la inclusión y bien común como pilares del crecimiento. La amistad, al ser por definición un vínculo desinteresado, representa una alternativa a la lógica puramente individualista del mercado. Una economía "amistosa" prioriza la inclusión, donde todos puedan participar y beneficiarse del desarrollo. Países con menor desigualdad y mayor cohesión social suelen tener economías más estables y justas. Es para pensar que clase de "amistad" ponemos en práctica en este país.

En una época signada por la tecnología, la automatización y la hipercompetencia, volver a mirar a la amistad como un valor productivo es también un acto de resistencia. Afirmar que el desarrollo verdadero no es solo acumular bienes, sino construir una sociedad donde todos puedan florecer.

Que este Día de la Amistad no solo sea una jornada de gestos afectivos, sino una invitación a repensar el modelo de desarrollo. La economía del futuro no puede prescindir de la amistad, porque esta encarna los mismos principios necesarios para que un país crezca con justicia, humanidad y propósito colectivo. Feliz día.

La amistad como valor económico

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