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Desde el cielo, la antigua Saigón se parece a cualquier urbe occidental. El arribo a su aeropuerto es ágil y sin complicaciones. El encargado militar del ingreso al país acaba de cambiar de guardia en una ceremonia llevada a cabo con rigores castrenses. Le llama la atención el pasaporte paraguayo.

No deben ser muchos los que hayan llegado a este país, que sigue siendo comunista, de partido único, pero con una economía a lo chino: abierta y competitiva al mundo. Tanto que quisieron comprar la quebrada empresa de telecomunicaciones nuestra Copaco alguna vez. No se cerró el negocio porque temían que detrás del mismo estuvieran los militares que controlan el negocio de las comunicaciones o los chinos, históricos aliados del gobierno de Ho Chi Minh, el revolucionario que luchó por la independencia de los franceses primero, para derrotar a los EE. UU. después, en una guerra cruel y despiadada. Las relaciones con los chinos, sin embargo, no dejan de tener sus altibajos.

Los europeos les habían aconsejado a los norteamericanos que no se metieran con ellos. No les hicieron caso y es la única guerra perdida por los EE. UU. en toda su historia. Mataron dos millones de vietnamitas, pero sufrieron 60 mil bajas y miles retornaron con serios problemas mentales y de consumo de drogas de un impopular conflicto que se perdió en los livings de los americanos.

La ciudad es vibrante y comercial. El país tiene 100 millones de habitantes. Es el más poblado de los 5 que hacen parte del sudeste asiático. El territorio es menor que el Paraguay: 331.210 kilómetros cuadrados con una capital, Hanoi, en el norte, donde está el mausoleo de Ho Chi Minh, y a casi dos horas de vuelo con la ex Saigón, que fue el centro político de los que combatieron del lado de los americanos en la década de los sesenta del siglo pasado. Tienen un ingreso per cápita menor al del Paraguay: 4.320 mil USD, pero solo tienen un 3% de pobres. Su crecimiento económico en el siglo XXI ha sido uno de los más notables. El país se independizó de Francia en 1954, pero fue partido en dos: la del norte y la del sur. La Guerra Fría trajo consigo un conflicto que hoy está recluido en los museos.

El país comercializa con todo el mundo, siendo EE. UU. uno de sus principales socios. Exporta grandes volúmenes de ropa, electrónica y calzados deportivos. La marca Nike elabora gran parte de su producción en este país, con salarios bajos y alta rentabilidad. Trabajan duro los vietnamitas y tienen una capacidad de lucha y resiliencia enormes. El calor es intenso en sus calles y la humedad moja hasta el pensamiento. Hay locales de todo tipo en la ciudad más poblada del país y el centro comercial de referencia de Vietnam. La guerra contra el gobierno títere de los EE. UU. empezó en 1957 y no acabó hasta 1975. El incidente en el Golfo de Tonkín desató la invasión americana, que llegó a tener más de 500 mil soldados en un territorio caluroso, húmedo y lleno de malaria. Varios carteles recuerdan el fin de la guerra y el triunfo del norte. Las calles están inundadas de referencias alusivas de un país cuyo nombre oficial es República Socialista de Vietnam. El país es gobernado por un partido único y las decisiones las toman el secretario del Partido Comunista, el primer ministro y el presidente del Estado de manera unánime. La dictadura política no admite disidencias en este país.

El poder judicial es dependiente del partido y la pena de muerte se aplica para los corruptos y los narcos. Es un país con tensiones con China, su vecino en el norte, y que tuvo su nivel de apoyo a Ho Chi Minh en algún tiempo, pero luego tuvo que recurrir al apoyo de la URSS para balancear su relación. Actualmente mantiene buenas relaciones con el gigante chino, y su jefe de Estado estuvo de visita en Hanoi con el trasfondo de la guerra de las tarifas, que afecta duramente a ambos países.

La economía tiene características distintas entre el norte y el sur. Las cooperativas funcionan como mecanismo de producción en el norte, mientras que la economía de mercado es común en Ho Chi Minh City y alrededores. El país ha venido creciendo a un 7% anual, siendo a comienzos de este siglo la economía que más creció en el mundo en los primeros años. La pobreza se redujo grandemente, afectando hoy al 15% del país. Los problemas de acceso a la vivienda por los costos es un tema de preocupación entre los vietnamitas, acostumbrados a trabajar duro y constante, como los que construyeron cientos de metros de túneles desde donde emergían en retaguardia para golpear duramente a americanos y los vietnamitas del norte.

El museo recordatorio de la guerra está en pleno centro de la ciudad y exhibe desde aviones, tanques y todo tipo de armamento capturado a los americanos. La exhibición es bastante completa y demuestra el horror de la guerra con la utilización de armas químicas, que dejaron severas huellas en el cuerpo desfigurado de miles que fueron impactados por ellas. El énfasis se hace más en la diferencia entre cada uno de los sectores en conflicto, pero principalmente en la derrota que infligieron a los americanos, cuyos turistas hoy conocen la versión de una guerra muy impopular en territorio de los EE. UU. Aquella guerra generó manifestaciones en contra de la misma durante los gobiernos demócratas y republicanos. El bombardeo con Napalm se destaca en una muestra de la que es difícil salir indemne. El PIB actual del país es de 680 mil millones de dólares, muy superior a los 40 mil de los nuestros. El ingreso per cápita, sin embargo, es igual al nuestro, cercano a los 7 mil. La agricultura es aún el 40% del PIB, con el café introducido por los franceses, que se ubica en segundo lugar después de Brasil. Es un país, como nosotros, con una población muy joven. Más del 50% tiene menos de 25 años. La fusión de empresas públicas que no son eficientes con privadas ha sido una característica de una economía que busca adaptarse a los requerimientos cambiantes de la época. El comercio con los EE. UU. es superior a los 140 mil millones de USD y le compra a los americanos solo 10 mil millones. El superávit es enorme en forma de los vietnamitas, a los que les aplicaron un 50% de arancel para forzarlos a negociar con el gobierno de Trump. El comunismo se vive en la política; en todo lo demás es libre mercado y competencia feroz. Han hecho consultas para comprar productos paraguayos.

Los rastros de la colonia francesa son aún visibles en sus construcciones y en la religión católica, que tiene 6 millones de fieles en este país. Vietnam es práctico y realista. Acaba de anunciar compras a los EE. UU. por 3 mil millones de dólares en plena negociación por las tarifas. Veremos quién gana ahora. La guerra anterior la ganaron ellos. Camino ahora a Singapur, el país que se vendió por corrupto a Malasia y que se lo devolvieron para ser hoy el más rico del mundo

El sudeste asiático: distante y desconocido (III parte)

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