Nos enfrentamos a un 2025 marcado por desafíos en la balanza comercial, principalmente debido a la caída de las exportaciones de soja, el principal producto de exportación. Durante los primeros cuatro meses del año, el país exportó 2.865,9 mil toneladas de granos de soja, generando ingresos por 1.054,4 millones de dólares, lo que representa una reducción del 16,3% en volumen y una caída del 21,1% en valor respecto al mismo periodo del año anterior. Esta disminución se atribuye en gran medida a condiciones climáticas adversas y a la fuerte dependencia del mercado argentino, que absorbió el 91,8% del valor total exportado en el primer cuatrimestre de 2025.

El Banco Central del Paraguay confirma que la soja sigue liderando las exportaciones, representando el 29% del total en 2024, pero con una tendencia decreciente que afecta la generación de divisas y la estabilidad macroeconómica del país. El sector agroindustrial, que incluye también derivados de la soja como harina y aceite, suma el 38,2% de las exportaciones totales, evidenciando la alta dependencia de este complejo productivo.

A este escenario se suma la volatilidad de los precios internacionales del petróleo, que incide directamente en los costos de transporte y en la inflación interna. Si bien en mayo de 2025 se registró una reducción de 270 guaraníes por litro en los precios de los combustibles comercializados por la estatal Petropar, el contexto global sigue siendo incierto y cualquier repunte en el precio internacional del crudo puede trasladarse rápidamente a la economía doméstica, elevando los costos logísticos y de producción.

En el plano internacional, Paraguay enfrenta una nueva barrera para sus exportaciones agroindustriales con la entrada en vigor del Reglamento 1115 de la Unión Europea, una normativa ambiental que exige que productos como soja y carne vacuna provengan exclusivamente de zonas no deforestadas después del 31 de diciembre de 2020. La UE ha clasificado a Paraguay como país de “riesgo estándar” o “riesgo medio”, lo que implica controles y auditorías más estrictos para los productos nacionales que buscan acceder al mercado europeo.

La incertidumbre sobre los criterios utilizados por la UE para esta clasificación y la falta de reconocimiento a los avances legales y técnicos de Paraguay en materia ambiental han sido motivo de críticas por parte de gremios y autoridades locales. Si esto no se resuelve, todo seguirá sin avances significativos.

Paraguay se encuentra en una encrucijada, debe fortalecer la resiliencia de su economía ante la caída de su principal producto de exportación y prepararse para competir en mercados internacionales cada vez más exigentes en materia ambiental. La diversificación productiva, la inversión en trazabilidad y el diálogo diplomático con la Unión Europea serán claves para mantener la competitividad y proteger los intereses del sector agroindustrial, motor histórico del crecimiento nacional.

El desafío de la caída sojera y el nuevo escrutinio europeo

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