En el Paraguay, los únicos que ganan dinero con los combustibles son los operadores extranjeros. En manos del Estado es un negocio ruinoso.
A la cabeza de este despropósito está Petropar, siguiendo la vieja norma de que empresa del Estado es sinónimo de ineficiencia y corrupción.
Nominalmente, existe una incongruencia flagrante: ajustados los precios según las oscilaciones del mercado mundial de combustibles, el ente puede cerrar su ejercicio de este año ganando unos 55 millones de dólares.
No es para desanimarlo al número uno de Petropar, pero afirmaciones semejante se han escuchado, por lo menos, de cinco de los presidentes que lo antecedieron. Como quiera que sea, si todos a su turno afirman que el ente puede ganar dinero, ¿cómo es que acumuló cientos de millones de dólares de deuda?
Esto jamás se ha explicado en forma convincente. Ante la ausencia de auditorías de estados contables merecedoras de confianza, el país que mantiene a este paquidermo debe conformarse con una maraña argumental: precios subsidiados, transferencias de rentas a Hacienda, erogaciones no autorizadas, robos en planta, pagos de generosos haberes de retiro, cajas partidarias clandestinas, etc.
Nada de esto explica el estado semirruinoso del ente y su sinuosa navegación comercial. Un día se lanza con entusiasmo al biodiésel para abandonarlo poco después.
Anuncia su cadena de gasolineras, pero ninguna aparece en escena. El alcohol absoluto no termina de despegar y el proyecto de reactivar la refinería de Villa Elisa aparece de la nada sin explicaciones sobre su ingeniería tecnológica y financiera, como no sea un polvoriento proyecto ignorado por años en los cajones de anteriores presidentes.
Y pendiendo como un garrote, la deuda con PDVSA. Su metodología de pago lleva ya años de negociaciones sin que ninguna de ellas llegue a buen puerto. Deuda que no se paga, deuda que crece y ya se sabe qué ocurre cuando los pasivos cobran cierto peso específico: terminan con cualquier empresa en la quiebra, liquidación, concurso de acreedores y horrores administrativos por el estilo.