¿Por qué es imposible en el Paraguay poner en marcha la superintendencia de jubilaciones y pensiones?. Intentos los ha habido en abundancia. Uno de los últimos expresaba, en sus considerandos, que desde la década de los 90, muchas de las cajas que forman el sistema de pensiones han venido experimentando “sensibles pérdidas en parte importante de sus inversiones” por lo que constituye una materia pendiente la regulación y supervisión de todo el sistema por parte del Estado.
El primer amague se remonta a 2001 cuando un grupo de legisladores propuso la creación de un sistema mixto de jubilaciones y pensiones. Los dos últimos apuntaban no sólo a hacer sostenible la operatividad de las cajas sino también sus proyectos de inversión. Todas las presentaciones, sin excepción, han rebotado en el Congreso. La de octubre de 2015 fue retirada por sus proponentes y la de abril de 2017 fue rechazada por ambas cámaras. ¿Razones? Las que se quiera, pero esencialmente, la cerril oposición de las mutuales que han caído en manos de verdaderas claques de esquilmadores que las han llevado virtualmente a la quiebra.
Según datos de Hacienda, la caja fiscal acumulaba a agosto de este año un déficit del -23% lo que en términos absolutos significa Gs. 495.000 millones, con policías, maestros y militares encabezando la tabla. Como las jubilaciones hay que pagarlas, es fácil imaginar de donde sale el dinero que falta.
Desde hace casi 30 años los asesores de organismos internacionales como el FMI, el BM y el BID vienen aconsejando la puesta en vigencia de una superintendencia fondos de jubilación. Pero como en el sector público paraguayo escasea la racionalidad y sobra el bandidaje, lo que en todo el continente funciona aquí es rechazado.
Típico del claquismo agavillado y cerril.