En todos los campos, y en especial en el mundo empresarial, se buscan líderes positivos, personas que se conviertan en referentes para los demás, tengan poder de convocatoria y gocen del respeto y la confianza del grupo que los apoya en sus acciones o decisiones.
Si hablamos de liderazgo, muchas coincidirán conmigo en que, a veces, a las mujeres se nos hace más difícil el camino ¿Por qué? Varios programas de coaching aseguran que, entre otras limitaciones, algunas caen en el error de intentar aplicar un modelo de gestión que destaca atributos masculinos (fortaleza, racionalidad, practicidad, planificación estratégica y poder de decisión) en vez de aprovechar las cualidades que generalmente están asociadas al grupo femenino (empatía, flexibilidad, capacidad de escucha, negociación y cooperación, entre otras).
No se trata de enfrentar lo femenino a lo masculino, ni de promover estereotipos. Hay mujeres y varones líderes con cualidades de los dos grupos, en mayor o menor medida. Pero rescaté algunas características de ambos universos que, en base a mi experiencia, pueden integrarse y ayudar a las mujeres y a los hombres también -pero esta es una columna para nosotras- a crecer en su liderazgo.